español abajo

Grassroots Global Justice Alliance stands firmly with the Bolivian people to condemn the recent military and rightwing coup against the Indigenous leadership of President Evo Morales Ayma and the Movement Towards Socialism (MAS) party. We support the call of President Morales for a national dialogue and peace, as well as, for new elections with fair, transparent, and independent oversight free of US intervention and involvement of the Organized American States (OAS).  We demand the safety of MAS party members like Adriana Salvatierra, the chair of the senate who holds the Bolivian constitutional mandate to be interim president and was brutally beaten by the police when she tried to enter the senate chamber. We call for the safety of masses of supporters who have been attacked for mobilizing on the streets opposing the coup and call for an end to the violence in general.

On October 20th, Evo Morales Ayma was elected president of the plurinational state with 47% (600,000) of the popular vote and more than a 10% margin with a 90% participation rate during their recent elections.  At the same time not all social movement sectors in Bolivia have agreed with President Morales and the MAS party leadership and have demonstrated their dissent. The right wing and military cooptation of this popular dissent is an affront to these social movements demanding the restoration of power back to the people not to any party, ideology, or institution. The opportunism of rightwing fascist leaders, like Jeanine Añez Chavez, the vice chair of the senate who declared herself as interim president in violation of the Bolivian constitution and Luis Fernando Camacho, a racist christian fundamentalist and far-right multi-millionaire who arose from fascist movements in the Santa Cruz region, where the US has encouraged separatism, must be exposed. No popular mandate nor vote have been given to these leaders. They promote violence and racist rhetoric against Indigenous people such as  “I dream of Bolivia free of Satanic Indigenous rituals. The city is no place for Indians and they should  go to highlands or the chaco” – Jeanine Añez Chavez. 

We also demand no US intervention inside Bolivia and Latin America. The real intention of the Trump administration’s support of the coup in Bolivia is to ensure US neoliberal economic interests in the region including plundering of hydrocarbon and other mineral resources that President Morales had instead nationalized to fund social programs for poverty relief for Bolivians. 

US intervention has long played a role in destabilizing Bolivia’s internal politics violating its sovereignty for decades through direct US embassy meddling in Bolivian internal affairs and through funding US interest aligned forces such as Camacho.

From Bolivia, Chile, Cuba, Venezuela, and across the globe,  the US role in overthrowing or attempting to overthrow democratically elected left governments is not new and has manifested as US supported right wing opposition take over against the will of the people. These forces are consistenly violent, racist, misogynist, homophobic,  anti-democratic, and marked by religious fundamentalism.  We stand in solidarity with the millions of popular social movements- diverse as the Wiphala flag that symbolizes Bolivia’s plurinationalism- led by Indigenous, Black, women, gender non-conforming, poor, people around the globe that are rallying against the violence unleashed by the rise of the right globally and pushing for dignity, real democracy, and self determination. 

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La Alianza de Popular para la Justicia Global apoya firmemente al pueblo boliviano para condenar el reciente golpe de estado hecho por el militar y la derecha contra el liderazgo indígena del presidente Evo Morales Ayma y el partido Movimiento hacia el Socialismo (MAS). Apoyamos el llamado del presidente Morales a un diálogo nacional y a la paz, así como a nuevas elecciones con una supervisión justa, transparente e independiente, libre de la intervención de los Estados Unidos y de la participación de la Organización de Estados Americanos (OEA). Exigimos la seguridad de los miembros del partido MAS como Adriana Salvatierra, la presidenta del Senado que tiene el mandato constitucional boliviano de ser presidente interino y fue brutalmente golpeada por la policía cuando intentó ingresar a la cámara del Senado. Hacemos un llamado a la seguridad de las masas de simpatizantes que han sido atacados por movilizarse en las calles oponiéndose al golpe de estado y pedimos el fin de la violencia en general.

El 20 de octubre, Evo Morales Ayma fue elegido presidente del estado plurinacional con el 47% (600,000) del voto popular y más de un 10% de margen con una tasa de participación del 90% durante sus recientes elecciones. Al mismo tiempo, no todos los sectores de los movimientos sociales en Bolivia han estado de acuerdo con el presidente Morales y los líderes del partido MAS y han demostrado su disidencia. La cooptación de este disenso popular por el militar y la derecha es una afrenta a estos movimientos sociales que exigen la restauración del poder al pueblo, no a ningún partido, ideología o institución. Se debe exponer el oportunismo de los líderes fascistas de derecha, como Jeanine Añez Chávez, vicepresidenta del Senado que se declaró presidenta interina en violación de la constitución boliviana y Luis Fernando Camacho, un fundamentalista cristiano racista y multimillonario de extrema derecha que surgió del fascismo en los movimientos en la región de Santa Cruz, donde Estados Unidos ha alentado el separatismo. No se ha otorgado ningún mandato popular ni voto a estos líderes. Promueven la violencia y la retórica racista contra los pueblos indígenas, diciendo cosas como “Sueño con Bolivia libre de ritos satánicos indígenas. La ciudad no es para los indios y se deben ir al altiplano o al chaco” – Jeanine Añez Chavez.

También nos oponemos  la intervención de Estados Unidos dentro de Bolivia y América Latina. La verdadera intención del apoyo de la administración Trump al golpe de estado en Bolivia es garantizar los intereses económicos neoliberales de los Estados Unidos en la región, incluido el saqueo de hidrocarburos y otros recursos minerales que el presidente Morales había nacionalizado para financiar programas sociales para el alivio de la pobreza para los bolivianos. La intervención de los Estados Unidos ha jugado un papel en la desestabilización de la política interna de Bolivia violando su soberanía durante décadas a través de la intromisión directa de la embajada de los Estados Unidos en los asuntos internos bolivianos y mediante el financiamiento de fuerzas alineadas con los intereses de los Estados Unidos como Camacho.

Desde Bolivia, Chile, Cuba, Venezuela y a través del mundo, el papel de Estados Unidos en derrocar o intentar derrocar a los gobiernos de izquierda elegidos democráticamente no es nuevo y se ha manifestado en forma de una oposición derechista apoyada por Estados Unidos  en contra de la voluntad del pueblo. Estas fuerzas son consistentemente violentas, racistas, misóginas, homofóbicas, antidemocráticas y marcadas por el fundamentalismo religioso. Nos solidarizamos con los millones de movimientos sociales populares, diversos como la bandera de Wiphala, que simboliza el plurinacionalismo boliviano, y liderados por personas indígenas, negras, de género no conforme, pobres, personas de todo el mundo que se unen contra la violencia desatada por el surgimiento de la derecha a nivel mundial y que impulsan la dignidad, la democracia real y la autodeterminación.