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On the 17th of October 2020 the feminists from the world March of Women, in more than 50 countries and territories, will get to the closing of our 5th International Action, which has framed our collective action since 8th of March of this year. The pandemic has not deterred our movement, quite the opposite: today more than ever, in the face of the authoritarian and reactionary escalation of capital: We resist to live, we march to transform!

Our slogan has become more relevant during these times. The feminist solidarity that has always been our principle has turned into our core practice in order to guarantee communal life, under attack by a pandemic crisis caused by the capital. The strength of women is irrepressible : to sustain the world and to transform it.

In our communities, cities and countries, we live thanks to a economy that does not stop, even for COVID-19. It is the economy that sustains life: carers, farmers, handicraftwomen, and different economic circuits that have been activated and have guaranteed the production of healthy foods and truly indispensable services.

The pandemic is progressing unevenly; and it is evident how the political leadership of governments and corporate power has defined the impact of COVID-19 on our peoples. A policy of death has been reinforced against the poorest, the black, peripheral and indigenous populations.

During these times, women in Palestine experience the harshest of crimes related to the occupation of their territory, the same oppression expressed in several ways over women in the Middle East and North Africa, especially in Libya, Syria, Western Sahara Republic and Lebanon. In addition, territories like Cuba and Venezuela experience the reinforcement of the imperialist attack on popular sovereignty, with its blockades and threats of military interventions.

In our places of life and struggle, we denounce the use of the pandemic as an excuse to increase the militarization of territories and the criminalization of social movements, that will open more doors to the power of multinational corporations and indebtedness, attack democracies and expand the control of the surveillance technology over our life, our territories, and our work. It is a system that wants us silenced, demobilized, and overexploited. Because of that, we are under attack when we fight for our rights and self-determination.

So we say no! No to the call of the elites and right-wing governments to return to normality. What they call normality, we call racist, patriarchal and colonialist capitalism, where life has no place, where a few enrich themselves with the work and poverty of the majority, and to that we say enough! We, the ones who sustain the world with our energy, work and care, both in the global North and in the global South, say that it is time to build another normality, one where life and its sustainability are at the centre.

As an anti-capitalist and anti-racist women’s movement we have been defending life for 20 years, and that is why we do not cease to confront sexist, racist and colonial violence and the advances of conservatism. Faced with this agenda of death, we set in motion the agenda of feminist economy, of common goods and of popular power. Our “we resist to live” is inseparable from the “we march to transform”.

For us, the sustainability of life is: the self-determination of bodies and territories; the memory and ancestral knowledge; food sovereignty, family and peasant agriculture, and feminist agroecology; the care, production, distribution and consumption based on principles of eco- dependence and interdependence, on environmental, social and

economic justice; the right to live in a healthy environment free from patriarchal and racist violence, free from transphobia and lesbophobia; the recognition that domestic and care work are indispensable for life; the support of anti-racist justice systems, that are at the service of the people, in a world without walls, where people who migrate are respected and not criminalized. The sustainability of life is only possible with free and sovereign peoples, popular power and democracy; with the de- commodification of life and the dismantling of the power of multinationals companies; with public services that guarantee social reproduction and the right of women to decide over their bodies, among many other principles and political demands that we have been building in our daily resistance.

We bring our struggles and concrete practices that transform, our new ways of political action conceived from collective experiences and the implementation of counter-hegemonic alternatives, from solidarity and popular internationalism. We will keep fighting until we are all free, for our lives and for a future of equality, freedom, solidarity, justice and peace in all territories of this planet.

We resist to live, we march to transform!

World March of Women, 17th of October 2020

Declaración de la 5a Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres 2020

En ese 17 de octubre del 2020 las feministas de la Marcha Mundial de las Mujeres, en más de 50 países y territorios, llegamos al cierre de nuestra 5a Acción Internacional, que ha enmarcado nuestro accionar colectivo desde el 8 de marzo de ese año. La pandemia no detuvo nuestro movimiento, todo lo contrario: hoy más que nunca, ante la escalada autoritaria y reaccionaria del capital: ¡Resistimos para vivir, marchamos para transformar!

Nuestro lema se volvió más concreto en estos tiempos. La solidaridad feminista que siempre ha sido nuestro princípio se volvió la práctica central para garantizar la vida en común, atacada por una crisis pandémica provocada por el capital. La fuerza de las mujeres es incontenible: para sostener el mundo y para transformarlo.

En nuestras comunidades, ciudades y países, vivimos gracias a una economía que no para, ni por el COVID-19. Es la economía que sostiene la vida: la de los cuidados, de las campesinas, de las artesanas, y de diferentes circuitos económicos que se han activado y garantizado la producción de alimentos sanos y servicios realmente indispensables.

La pandemia avanza de manera desigual; y es evidente cómo la dirección política de los gobiernos y del poder corporativo ha definido el impacto del COVID-19 en nuestros pueblos. Se ha reforzado una política de

muerte contra las y los más pobres, las poblaciones negras, periféricas e indígenas.

En estos tiempos, las mujeres en Palestina experimentan con mayor dureza los crímenes de la ocupación, opresión que se expresa en diversidad de formas sobre las mujeres de Oriente Medio y África del Norte, especialmente en Libia, Siria, República Saharaui y Líbano. Además, territorios como Cuba y Venezuela ven intensificarse el ataque imperialista a la soberanía popular, con sus bloqueos y amenazas de intervenciones militares.

En nuestros lugares de vida y lucha, denunciamos el uso de la pandemia como excusa para aumentar la militarización de territorios y la criminalización de los movimientos sociales, abrir aún más las puertas para el poder de las transnacionales y el endeudamiento, atacar las democracias y ampliar el control de las tecnologías de vigilancia sobre nuestra vida, nuestros territorios, nuestro trabajo. Es un sistema que quiere que le sirvamos calladas, desmovilizadas, super explotadas. Por eso, somos atacadas cuando luchamos por nuestros derechos y autodeterminación.

¡Pues decimos no! No al llamado de las élites y los gobiernos de derecha a regresar a la normalidad. Pues a lo que ellos llaman normalidad, nosotras llamamos capitalismo racista, patriarcal y colonialista, donde la vida no tiene cabida, donde unos pocos se enriquecen con el trabajo y la pobreza de la mayoría, y a eso decimos ¡basta! Nosotras que sostenemos al mundo con nuestra energía, trabajos y cuidados, tanto en el Norte como en el Sur, decimos que es momento de construir otra normalidad, una donde la vida y su sostenibilidad estén en el centro.

Como movimiento de mujeres anticapitalista y antirracista, estamos defendiendo la vida desde hace 20 años, y por eso no cesamos de enfrentar a la violencia machista, racista y colonial y los avances del conservadurismo. Ante esa agenda de muerte, ponemos en marcha la agenda de la economía feminista, de los comunes y del poder popular. Nuestro “resistimos para vivir” es inseparable del “marchamos para transformar”.

Para nosotras, la sostenibilidad de la vida es: la autodeterminación de los cuerpos y territorios. La memoria y los conocimientos ancestrales. La soberanía alimentaria, la agricultura familiar y campesina, y la agroecología feminista. Los cuidados, la producción, distribución y consumo basados en principios de ecodependencia e interdependencia, en justicia ambiental, social y económica. El derecho de vivir en un entorno saludable y libre de violencia patriarcal y racista, libre de transfobia y lesbofobia. La afirmación de que el trabajo doméstico y de cuidados es indispensable para la vida. El soporte de sistemas de justicia antirracistas, al servicio de los pueblos, en un mundo sin muros, donde las personas que migran sean respetadas y no criminalizadas. La sostenibilidad de la vida solo es posible con pueblos libres y soberanos, poder popular y su democracia. Con la desmercantilización de la vida y el desmantelamiento del poder de las empresas transnacionales. Con servicios públicos que garanticen la reproducción social y el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, entre muchos otros principios y exigencias políticas que vamos construyendo en nuestras resistencias cotidianas.

Traemos nuestras luchas y prácticas concretas que transforman, nuestras nuevas formas de acción política concebidas desde las experiencias colectivas y la puesta en marcha de alternativas contrahegemónicas, desde la solidaridad y el internacionalismo popular. Seguimos luchando hasta que todas seamos libres, por la vida y por un futuro de igualdad, libertad, solidaridad, justicia y paz en todos los territorios del planeta.

¡Resistimos para vivir, marchamos para transformar!

Marcha Mundial de las Mujeres, 17 de octubre de 2020.